Ha llegado este momento tan esperado de hacer una reseña
de Breath of the wild.
Esta nueva entrega
de la saga Zelda es extremadamente recomendado a aquellos jugadores que odian
los tutoriales plastas pero que aman explorar mundos extensos y resolver
acertijos.
Centrado en el
gran público, este juego ofrece una historia central sencilla y para toda la
familia, cualquiera es capaz de pasársela. No obstante, al margen de dicha
historia, el juego ofrece muchísimo contenido que da para días y días de juego
intenso.
Como dato
interesante, The Legend of Zelda ofrece el mundo abierto más grande jamás hecho
en un videojuego, con un mapa de nueve kilómetros de diámetro repleto de puzles
y misterios esperando ser descubiertos. Además, en cierto lugar al noreste del
mapa, encontraremos una réplica de la espiral Jetty, obra del artista Robert
Smithson hecha durante los años 70’; he de decir que el diseño de mapas de
videojuegos siempre me ha parecido una versión más económica del Land Art, y
ver la espiral Jetty en Hyrule no hace sino demostrar esto.
Como crítica
basura, mi objetivo es poner verde todo aquello que pasa por mis manos, pero he
de reconocer que hacer eso con Breath of the Wild es una ardua tarea, no
obstante, ningún videojuego es perfecto, por ello, haremos una lista con todos
los defectos que he sido capaz de encontrarle:
Fallo 1: Un
problema con la comida. Breath of the Wild nos ofrece la posibilidad de asaltar
un campamento de monstruos y luego utilizar sus utensilios para ponernos a
cocinar brochetas en mitad de la intemperie. Sin duda es la parte más
surrealista del juego, y la mayor parte de los objetos se han de cocinar para
sacar a relucir su verdadero potencial. ¿Porqué digo que es surrealista? Pues
porque muchos objetos solo llegan a recuperar medio corazón, y cuando tienes 15
corazones de vida, has de comer cantidades ingentes de comida en mitad de las
batallas para aguantar en pie.
Fallo 2: Muchos de
los enemigos que encontramos campo a través serán bastante más difíciles de
vencer que el propio Ganon, incluso tienen más vida que este. De hecho, la
batalla final contra Ganon deja bastante que desear. Si lo has jugado sabes de lo que te hablo.
Fallo 3: La
historia principal es muy corta. En caso de que decidas no saltarte ninguna de
las cuatro bestias divinas, solo hay cuatro bosses sin contar a Ganon, y aunque
haya un montón de santuarios repartidos por el mapa, los “templos” principales
son cortos.
Fallo 4: Todos los
personajes se esfuerzan en caernos bien, son tan simpáticos que llegan a ser
poco creíbles. Hyrule lleva 100 años siendo atacado por cuatro bestias gigantes
y el mal hecho carne se encuentra encerrado dentro de un castillo amenazando
destruir Hyrule por completo en cuanto logre escapar, simplemente no me creo
que no estén todos amargados.
Fallo 5: Las armas
y escudos se rompen con solo mirarlas. Incluso podemos llegarnos a cargar el
mismísimo escudo Hyliano si le echamos ganas. La única arma irrompible es la
Espada Maestra, y solo se considera irrompible porque se regenera después de
partirla en dos.
Fallo 6: Link no
va de verde. Es decir, podemos teñir de verde unos ropajes hylianos y creernos
el héroe del tiempo con ellos puestos, pero al margen de eso, la única forma de
conseguir el traje verde es completando todos los santuarios del juego o con
Amiibos.
Fallo 7: Se sacan
de la manga los Orni. Nos dicen que estos existían ya desde hace diez mil años
cuando solo han aparecido en The Wind Waker, juego en el que nos dijeron que
los Orni eran una evolución de los Zora, pero en Breath of the wild conviven
ambas razas.
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