Llega Ger Mucli 5 y los portales de otros mundos.
Todo comienza una mañana, Ger grita desde su laboratorio: “Eureka” así despertando a su compañero Timmy.
Ha inventado la máquina del tiempo. Así que invita a sus amigos: Galactic, Firy y Hearty. A su casa, para probar la máquina del tiempo. Antes, hace un par de pruebas. Primero con objetos inanimados, y luego con insectos.
Pero durante toda la mañana del mismo día en el que llegan los tres amigos de Ger a casa, Timmy entorpece sin querer el trabajo de un policía y se escapa un terrorista que acaba de cometer un genocidio. El policía obliga a Timmy a limpiar la ciudad, pero recuerda un aparato de Ger que servía para aspirar la basura a gran velocidad y destruirla, así que entra en el laboratorio de Ger, pero se enreda los pies con unos cables y la máquina del tiempo se cae al suelo y se rompe. ¿Cómo se va a poner Ger cuando vea semejante estropicio? ¡Su obra maestra destruida unas horas antes de ser expuesta! Timmy arregla a la carrera el aparato y sale a toda prisa del laboratorio. Por la tarde, llegan los tres amigos de Ger a ver la máquina del tiempo. Y Ger, antes de probar la máquina, dice en voz alta: Tengo tanta confianza en este invento, que pondré como sujeto a Timmy. Cuando Ger se da cuenta de que algo va mal, ya es demasiado tarde, ha apretado el botón. Un vórtice enorme se abre y se traga toda la casa consigo.
En vez de viajar en el tiempo, acaban los cinco perdidos en diversas realidades paralelas… ¿Cómo acabará la historia?
También, estoy reescribiendo la biografía de Ger Mucli, he aquí el primer fragmento:
A los 84 años, que serían equivalentes a 3 años terrestres para un humano, este personaje empezó a tomar conciencia sobre su vida, vivía cautivo en un orfanato, rodeado de neonatos, bebés, niños, jóvenes y adolescentes sin esperanza de ser adoptados, pudriéndose en aquel gris entorno que vendían los tutores como el paraíso, era deprimente.
A sus 4 años, ya sabía leer y escribir correctamente en más de 4 lenguas diferentes, mientras que la mayoría de niños de su edad, apenas sabían hablar. Eso le llevó a una conclusión; él era diferente de los demás, empezó a buscar diferencias, para empezar, la más obvia: El color de su piel; mientras que la mayor parte de huérfanos (Por no decir reclusos) tenían la piel de un tono amarillo, hasta alguno con un tono más anaranjado, Ger era azul. Eso pico su curiosidad. ¿Por qué era diferente? Eso le llevó a escaparse del orfanato cada noche para buscar libros sobre anatomía de la biblioteca. Escondía los libros que leía en un agujero de la pared tapado por uno de esos pósteres militares que obligaban a tener.
Pero no encontraba nada que explicase su gran capacidad para aprender y su extraño tono azul oscuro que cubría toda su piel.
Hasta un día, que pasó hasta el alba buscando libros, el primer rayo de sol cegó a Ger, que se esforzaba en leer letra pequeña en la más tenue penumbra. Golpeó sin querer la estantería que se encontraba detrás de él, y se cayeron de par en par los libros, se esforzó en ponerlos en su sitio todo lo rápido que pudo con miedo de que alguien le hóyese, mientras recogía, vio una foto en un libro de unos tipos azules con sombreros como el suyo haciendo fuego en mitad de la selva, se apresuró a esconderse el libro en el sombrero y a largarse de allí. Ya casi era la hora de levantarse, y debía de parecer que hubiese pasado la noche allí.
Después de desayunar, durante el rato que pasaba en aquel patio lleno de césped seco, mientras que los encargados limpiaban las habitaciones, fue llamado por un tutor que parecía furioso, Ger, intentando no caerse por el cansancio, llegó hasta su celda, en la que encontró el póster desencolado dejando a la vista el agujero y los libros, con las prisas, no pudo poner bien el póster, y se había caído mientras limpiaban.
Después de ser derrumbado al suelo de una contundente patada en la frente, el tutor se puso a soltarle aquel monólogo desesperanzador que amargaría hasta el más feliz del mundo:
-¿¡¿¡Pero se puede saber en que estabas pensado cuando has hecho eso?!?! ¿Sabes lo que costará arreglar ese estropicio que has hecho en la pared? ¿He? ¿Lo sabes? ¡No me extraña que te abandonaran tus padres, aparte de ser azul, encima te dedicas a romper cosas! Y si solo fuese el agujero esto se acabaría aquí, ¡pero dado lo que hay dentro, es para fusilarte en el paredón! ¡Has robado libros de la biblioteca, para eso, has tenido que fugarte del orfanato! ¿Pero es que no sabes que eso está prohibido? ¡Eres estúpido! ¡A partir de ya mismo, vas a ser tu quien limpie y desatasque los servicios! ¡Y olvídate de dormir en un colchón y una sábana! ¿Ves la sábana? ¿He? ¿¡Ves la sábana?! ¡Responde, maleducado!
-S-si…
El tutor agarró la manta con la bóveda celeste bordada, que era la única cosa que conservaba aparte de su sombrero, y le prendió llamas con un mechero. Ger siempre había pensado que aquella manta revelaría la ubicación de su hogar, perdido por el espacio, en la gran inmensidad del mar de estrellas que se encontraba sobre su cabeza en todo momento, hasta cuando no lo podía ver.
Los ojos de Ger se llenaron de tristeza y desesperación a la vez que rabia y ganas de destripar vivo a aquel energúmeno que había sido destinado a mandarle. Pero este se dio cuenta, y para que la desesperación de Ger no dejase sitio a la ira, quemó también los libros, donde quedaba su única esperanza de volver a casa.
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