Hola, lectores, amigos, suscriptores, bloggeros, interneteros, basureros, caballeros jedi y multitud de gente de todo el mundo. Esta es la Biblia de los Öjitos.
Advertencia de seguridad: no dejar al alcance de la mano de niños pequeños por peligro de que se conviertan en fanáticos religiosos, el contenido de esta historia es potencialmente cojonudo.
Pasaje 1: El señor Órejin y el mundo.
Órejin vivía en la nada, y se aburría mucho, así que creo un mundo lleno de animales y plantas, que por culpa de la rapidez con la que la había creado Órejin el mundo, se destruyó y cayó en manos del caos más profundo.
Pero el tonto el culo de Órejin quiso crear otro mundo en el cielo, lleno de plantas, y alguna que otra alimaña aforme. Tardó 1500 años en hacer el mundo; lo que tardó en hacerse su sándwich mixto tostado extra-grande. Aunque se dejó un par de cosas en el mundo, como por ejemplo ponerles cerebro a unos bichos llamados humanos que por allí correteaban inventándose cosas como la democracia para después corromperlas.
Órejin observaba aburrido tres jovencitos calientes follando como animales, mientras se preguntaba por qué coño el queso de su sándwich extra-grande sabía raro, pronto se dio cuenta de que el queso no lo habían hecho con leche precisamente, le dio tanto asco que lo vomitó, en un graaaaaaan arcoíris, cada color se posó sobre el mundo, el rojo creó el fuego y el calor, que albergaban la vida, luego el naranja, con el que creo las laderas y los valles, luego el amarillo, que colgó del cielo iluminando todo el mundo en forma de sol, después el verde, que cubrió las grises plantas de un toque… Pues eso; verde. Luego el azul, que rellenó los agujeros más profundos creando lagos y los valles en ríos, por último, el lila. Ese color le parecía tan feo a Órejin que lo concentró todo en un punto, en un ser llamado Justin Bieber. Acto seguido, el llamado Justin, se fue a follar con los otros tres jovencitos calientes que Órejin tenía en frente.
El mundo se llenó de color y de vida, era genial lo que había ocurrido, pero ponto, Órejin, se dio cuenta de que los humanos destrozaban la naturaleza, y el verde de las plantas destruidas se filtraba por el suelo y caía al vacío.
Pasaje 2: Renacimiento del mundo de las tinieblas.
El mundo que Órejin había creado al principio, se mantenía sumido en el ceniciento caos, dónde los seres vivos se habían unido y habían creado un lugar llamado Entropiotopia, era una gran ciudad que albergaba la poca vida que en ese mundo existía.
Hasta que un día, empezó a llover líquido verde de las entrañas del supra mundo que existía arriba. Los entropiotopianos vivían encerrados en sus casas, mirando con pavor el líquido verde que nunca habían visto, acostumbrados al más monótono gris, los entropiotopianos tenían miedo al verde vivo de aquella incesante lluvia, durante días, siguió lloviendo, hasta llenar las calles de hierba y árboles que empezaban a llenar el mundo. Un día, un chico llamado Dan salió a la calle, angustiado por la perpetua lluvia que lo mantenía encerrado en casa desde que tiene memoria. El chico llamado Dan se mojó de pies a la cabeza de color verde, su deprimente color gris había abandonado su cuerpo, y ahora, Dan era verde. Al cabo de unas horas empezó a sentir la felicidad del color verde, algo que nunca había sentido; felicidad. Dan corría por las calles cantando de alegría. Primero le costaba un poco, pero pudo empezar a cantar, y se inventó la primera canción, la cual, Dan cantaba cada vez más y más fuerte mientras que le escuchaban los vecinos, al principio, atemorizados, pero luego, empezó a contagiársele la pegadiza melodía y todos la tararearon mientras salían de sus casas y el verde cubría sus cuerpos. Al cabo de dos días, los entropiotopianos, ahora conocidos como Öjitos, cantaban y bailaban por la calle disfrutando del color verde.
Pero entonces, en el supra mundo, los humanos destrozaban los ecosistemas, mientras que Órejin, desesperado, no paraba de recibir cartas con deseos de humanos, hasta que el gran cataclismo se avecinó, el hielo de los polos del supra mundo se fundió y subió el nivel de los mares, arrasando con los humanos, animales y plantas que aún quedaban. Todo parecía perdido, hasta que Órejin, asustado, golpeó fuerte con su puño en la tierra, y abrió una brecha que se llevó el agua del mar al mundo de las tinieblas.
En el mundo de abajo, los Öjitos cantaban felices, aún después de que la tormenta verde hubiese cesado y el cielo hubiese vuelto a ser gris. Pero entonces, empezó otra vez la tormenta, los Öjitos miraban atónitos el color azul, pero antes de que todos callasen, Dan sonrió, y se inventó otra música, que todos tararearon bajo la lluvia azul.
Cocochoco, un Öjitos gruñón y con una mala ostia que espantaba, miró furioso a través de la ventana de su casa, como los Öjitos canturreaban la canción que Dan acababa de componer bajo la lluvia azul. Cocochoco era aún gris, no había salido de su casa durante la lluvia verde.
Cocochoco intentó animarse y salir a la calle para cambiar su ceniciento color. Pero cuando salió, el azul se metió debajo de su piel, así tintándolo de color azul de inmediato, mientras que el resto de Öjitos eran ya verdes y no podían volverse azules, Cocochoco se volvió azul, así pues es como se convirtió en el hazmerreir de toda Entropiotopia, la cual ahora era nombrada como Hök.
La lluvia azul no cesaba, y Cocochoco estaba en su casa, sin que nadie le viese y pudiese decir; ¡He, mirad, un tío azul!
Cocochoco estaba muy furioso, por que cuando se pudo armar de valor para salir a la calle, ya había sido demasiado tarde. La furia consumía el brillante color azul que corría por sus venas, hasta volverlo negro, el color se había corrompido, y así, también el alma de Cocochoco, antes era un viejo gruñón, ahora, se había convertido en el padre de los Nigromantes de las tinieblas.
Cocochoco desató su ira sobre las nubes, y todo el color azul fue a parar al pozo de Cocochoco, y se mezcló con el color negro que corría por sus venas. Pero Dan cogió todo el color azul que había en el suelo y creó un cetro tan potente como para destruir el mal, así pues, Dan peleó contra Cocochoco hasta derrotarle, una vez derrotado Cocochoco, este flotó hasta el gris cielo y explotó, así cubriendo el cielo con una luz azul que perduró hasta el final de los tiempos. Pero el veneno negro creado por la furia de Cocochoco se convirtió en 1000 Öjitos oscuros llamados Nigromantes de las Tinieblas, estos están ahora entre los Öjitos, y son malvados.
Pero el alma de Cocochoco subió hasta los cielos, así llegando al supra mundo, que se había convertido en un gran desierto naranja abrasado por un perpetuo sol amarillo, además, todo lleno de monstruos de fuego.
Pasaje 3: El retorno de Órejin al inframundo.
Los Öjitos vivían felices en Hök, con sus praderas verdes y su cielo azul.
Hasta que el supra mundo, convertido en un desierto, empezó a agrietarse y a desplomarse poco a poco sobre Hök.
De pronto, empezaron a llover rocas naranjas, los Öjitos pensaban que era otro color, pero se equivocaban, eran rocas. Varios Öjitos murieron golpeados por las piedras, así que Dan dio el toque de queda, hasta que la lluvia de piedras hubiese acabado, pero duró días y días.
En el suelo, las piedras se deshacían y se convertían en color naranja, que fluía por las entrañas de Hök hasta tintar de color naranja los valles y laderas, cuando todo parecía haber acabado, ocurrió lo peor.
El fuego que albergaba la vida en el supra mundo, ahora sin saber a dónde ir, empezó a caer, caer y caer sobre Hök. Las casas ardían, los Öjitos tuvieron que crear cuevas y quedarse a vivir en las mismas, todos los Öjitos estaban repartidos por el mundo, ya no eran vecinos, y tampoco volvieron a verse jamás. Pero la lluvia de fuego duro meses y los árboles y plantas estaban muriendo.
Pero llegó Órejin, al reino de “las tinieblas”, bastante avergonzado por crear el supra mundo. ¡Y qué sorpresa la suya! El reino había renacido, pero también se estaba empezando a deteriorar por el fuego, así que Órejin alzó sus manos sobre la tierra y agarró las nubes llameantes hasta convertirlas en pura esencia de color rojo, el color rojo fluyó entre sus dedos y cayó dentro de una montaña, así dando vida a Hök, llenándolo de magma por debajo del suelo.
Luego, Órejin dijo al pueblo Höktiano repartido por todo el mundo estas palabras; habéis nacido para cooperar, os ofrezco este regalo en nombre de vuestra valentía, así que agarró el sol del destruido supra mundo con una mano, y con la otra, lo golpeó tan fuerte que lo rompió en mil pedazos, mil pedazos de Ploko (Un metal precioso dorado, un poco más rojizo que el oro. Los Öjitos usan monedas de Ploko), aquellos pedazos fueron a parar a las manos de todos los Öjitos, acto seguido, Órejin se fue a tostarse otro sándwich extra-grande.
De vez en cuando, Órejin bajaba a ver qué tal iban las cosas, pero solía estar en el reino de los cielos, sustentado por pilares blancos que se sustentaban sobre el cielo azul de Hök. Cuando un Öjitos moría, Órejin llevaba su espíritu al nuevo supra mundo.
Pero lo que no sabía Órejin es que, entre los pilares blancos, aún vagaba el alma de Cocochoco.
Cocochoco tenía el color lila dentro de un saco enorme, el que empezó a tirar por encima del supra mundo, en forma de veneno. Las almas habían muerto, y Órejin estaba muy enfermo, pero se puso a pelar durante cinco millones de años contra Cocochoco, hasta que los dos, muy cansados, explotaron y murieron, todo el color lila cayó sobre el inframundo (Hök), así rellenando las laderas y valles con lagos, ríos y mares violetas.
El alma de Órejin, muy dañada, debía descansar, así que para que nadie pudiese llegar a él, se metió dentro de un cofre y llenó el mundo de más cofres con tesoros, así, nunca nadie encontraría el cofre verdadero. Fin.
1 comentario:
Esto... no he pasado del segundo párrafo. Entre los colores de la web y el texto en caída, he cogido tal mareo que no he tenido más remedio que perderme en el baño para dejar todo el desayuno y parte de la cena.
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